Por: Clara Inés Chaves R. (*)
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Ante la incertidumbre sobre la duración de la pandemia y
sobre el momento de terminación del peligro, se ha desatado toda una hecatombe
no solo en términos económicos. Lo que es cierto es que se evidencian dos temas importantes.
El primero de ellos es que tendremos que amarrarnos duramente el cinturón, y lo
segundo que se comprobó que nuestro sistema educativo como el de salud no
funcionan, y que nuestro subdesarrollo es mayor del que pensábamos.
Por otra parte, es penible que en el contexto internacional
ante esta crisis sanitaria internacional se cree un ambiente mercantilista, y
no sean capaces nuestros dirigentes de responder con la altura y la urgencia
que esta nueva epidemia demanda. El político francés
Jean-Luc Mélenchon menciono en su
oportunidad que otros colegas consideraron que el hospital público francés era
el modelo para otras naciones, pero con la crisis del Coronavirus se comprobó
que no lo es, y tampoco tienen todas las herramientas para responder como se
debiera ante la actual situación.
Según noticias de prensa tampoco Estados Unidos tiene los
recursos necesarios para enfrentar la situación actual de salubridad pública. Frente a lo ocurrido en estos países que son desarrollados,
que podemos decir los colombianos, cuando la inversión que se hace tanto al
sector salud como al educativo son miserables.
Por ello, algunos expertos mencionan que recortar el presupuesto de
inversión, bajar las tasas de interés, dar subvenciones tributarias a las
personas para generar gasto, son medidas insuficientes y no es sano mutilar la
inversión social.
De otra parte, debemos aprender la lección e invertir en
salud y en educación, pues según algunos académicos que mencionan que existe un
alto número de estudiantes en el país que no pueden estudiar de manera virtual
porque no tienen internet, ni tabletas, ni computadores en la zona rural e incluso en muchas zonas urbanas.
Existe una gran asimetría en el acceso a la tecnología, pues
según Carolina Botero en su artículo “Los retos de la educación virtual en la
era del COVID-19” del 23 de marzo publicado en Razón Pública, existen “veinte
millones de ciudadanos que no tienen internet y el 75 por ciento de los municipios
no podrá tener clases virtuales”. Ante la problemática actual algunos consideran que la
economía se debe poner en coma, y evitar los despidos masivos a fin de que las
operaciones se normalicen una vez se termine la emergencia por el Coronavirus.
Debido a la gran corrupción que existe en el actual orden
internacional, es importante que se genere confianza sobre la forma como se
gastarán los recursos públicos. En el caso de Colombia que expidió el Decreto
444 mediante el cual se creó el Fondo de Mitigación de Emergencias –FOME- es imperante que se den las garantías
necesarias sobre la manera en que se utilizarán los recursos para responder a
la crisis, y que esos dineros se
devolverán con los intereses respectivos .
Con relación al tema antes mencionado surge un problema
y es
que la normatividad es demasiado general y se le está dando un cheque en
blanco al Ministerio de Hacienda para que utilice estos recursos como quiera,
cuando lo lógico es que este claramente
especificado el uso de los mismos, a fin de garantizar la transparencia.
Debido al monopolio del sector financiero por parte de dos
grupos bancarios: el Grupo Aval y el Sindicato Antioqueño, es importante que
exista confianza, y que se piense en el futuro cercano de encontrar
alternativas para acabar con el dominio de estos dos sectores, ya que no es
sano para el país ni para los colombianos que ellos ejerzan el control de la economía del país.
Es un hecho que las decisiones del Gobierno de deprimir la
economía al ordenar a sus connacionales quedarse en casa, generan una caída del
ingreso nacional. Está bien que se priorice la protección de la vida, pero
debemos pensar con cabeza fría cual será el mejor escenario para Colombia a fin
de que la economía no colapse posteriormente, pues ya presenta problemas, al
tener un alto déficit comercial y de cuenta corriente, más una inflación del
4%.
Una de nuestras falencias es que no hemos diversificado ni
nuestros socios ni las exportaciones. De otra parte,
Colombia tiene una alta deuda externa que aumentará ante la reducción de los
ingresos; a tanto el Fondo Monetario Internacional como la Superfinanciera lo
habían anunciado con antelación a la actual crisis para que se tomaran los
correctivos del caso.
Algunos expertos como Luis Fernando Mejía director de
Fedesarrollo “consideran que se debe reorientar el gasto hacia programas que
jalonen mayor crecimiento para contrarrestar la caída en la confianza de los
consumidores. Un sector que debería incentivarse es la construcción. Por
ejemplo, reactivando los subsidios a la vivienda de estrato medio –está
demostrado que por cada peso invertido se jalonan 10 pesos de otros sectores– y
la inversión en infraestructura de vías terciarías con cargo a
las regalías ”.
Lo que se puede concluir es que si bien esta pandemia fue la
hecatombe, también nos ayudó a unirnos como sociedad y a concientizarnos de las
falencias que tenemos. Espero que aprendamos la lección y reorientemos nuestro
camino con mayor equidad social.
(*) Ex diplomática
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