Por: Clara Inés Chaves
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Recuerdo cuando el Hospital Marco
Felipe Afanador de Tocaima hace treinta años o algo más, era líder en la región
y en el departamento. Médicos como Marco
Felipe Afanador, Mario Duque Fayad y otros de gran estirpe, laboraban en este
centro hospitalario, con profesionalismo, ética, pasión, altruismo y entrega
total. Para ese entonces, el hospital contaba con toda clase de especialistas
de alto nivel como el oftalmólogo tradicional el Dr. Mario Ortiz Gómez por
ejemplo, quien fue jefe de servicio del Hospital La Samaritana, miembro de
cuatro academias oftalmológicas en diferentes países entre otras posiciones que
ocupo.
El servicio era ágil, su sala de cirugía estaba bien dotada
y era apta para realizar operaciones en distintas especialidades. Sus
directores tenían vocación de servicio y amaban su hospital como su casa. En la
actualidad, mucho se dice de este hospital, sin desconocer que pudo haber
mejorado en algunos temas, pero que en comparación con la época anterior, no
hay punto de referencia. Si comparamos el adelanto de la ciencia deberíamos
haber avanzado. En ese orden de ideas, el servicio médico como la prestación
del mismo a los pacientes, y la calidad profesional debería ser mejor que
antes; pero al escuchar las quejas de los usuarios y recordar lo que fue,
podríamos decir, que no estamos nada bien. Por fortuna, en la actualidad el
hospital cuenta con un buen oftalmólogo lo cual es algo positivo.
Lamentablemente este centro hospitalario no tiene de manera regular servicios
especializados, ni medico de planta de tradición, ya que los estudiantes,
aunque sean buenos, no podemos compararlos con la experiencia de un galeno
profesional con vocación. Para colmo, Tocaima ya no tiene un médico que resida
de manera permanente en el municipio y que brinde su servicio, lo cual pone en
riesgo a la población en general.
El actual sistema de salud se encuentra regulado por la Ley
100 del 23 de diciembre de 1993, y pretende que la salud como derecho
fundamental que es, sea equitativa; pero la realidad es que esto no lo es. En
el país, la salud como la educación y la paz, han venido siendo las cenicientas
de muchos gobiernos, pues esto no genera votos, lo cual lo hace menos atractivo
para los políticos de turno. En
Colombia los ancianos abandonados tienen serias dificultades para que se les
preste atención, y para acceder a la prestación del servicio.
En Colombia, algunos médicos ven en su profesión una
obligación y no una vocación con ética, entrega y altruismo, por lo que
despachan rápidamente sin darle la atención que merece cada paciente de manera
particular, y la solución es medicarles acetaminofén. Pero claro, esta
problemática general, va unida al pésimo servicio que prestan las EPS que no
les interesa los pacientes.
Las EPS olvidan que desarrollan una función del Estado en la
prestación de la salud, que es un derecho fundamental que debe brindar el
Estado Social de Derecho a todos los residentes en el país, y en particular a
los colombianos. A estas entidades no les conviene que los médicos formulen
medicinas apropiadas porque son costosas, o proporcionarles los servicios que
ameritan los pacientes dada sus condiciones particulares como por ejemplo: el
servicio de ambulancia, de pañales, de enferma, o hasta un mínimo vital, porque
les resulta engorroso y oneroso.
En resumen, esto se vuelve un tira y lleve, y no se sabe al
final, que es peor, si la enfermedad o la medicina, ya que algunos médicos han
olvidado el juramento hipocrático que hacen cuando los gradúan, y las EPS por
lo general solo ven en el servicio un negocio y no un derecho fundamental a
solucionar. Cuando se trata de ancianos y de niños o de personas vulnerables,
la cosa se complica, pues todos se tiran la pelota, y nadie sabe quién fue
primero, si el huevo o la gallina, violando de esta manera los derechos de
estas personas.
De otra parte, algunas de las quejas de los usuarios no solo
para el hospital de Tocaima sino para todos los hospitales en general, es que
“para acceder a la medicina especializada nunca hay agenda, y cuando se trata de
procedimientos quirúrgicos peor, en ocasiones las autorizaciones tardan y aun
cuando llegan.” En Colombia no se sabe si es mejor morirse o seguir enfermo,
pues las dos opciones resultan complicadas, engorrosas y onerosas no solo en
tramitología sino en tiempo.
Lastimosamente el hospital de Tocaima está lejos de ser un
centro líder en la región o en el departamento, ya que para que vuelva hacerlo
se requiere no solo de voluntad política, sino de buena gerencia en la cual el
liderazgo, la creatividad y la motivación sean las condiciones más importantes.
Me permito transcribir la definición de líder moderno que encontré en una
monografía llamada “Liderazgo y motivación en el hospital regional Honorio
Delgado Espinosa de Arequipa”, y dice: El líder moderno de la información es
aquella persona que mejor la procesa, aquella que la interpreta más
inteligentemente y la utiliza en la forma más moderna y creativa. Yo agregaría:
El líder debe compartir en equipo, modernizando su entorno en tecnología y en
calidad humana.
Teniendo en cuenta la definición anterior, lo más importante
es que todos los funcionarios que laboran en este centro de salud, deban tener
un sentido de pertenencia, identidad como una familia, y compromiso. Es decir,
la honestidad y los principios del buen servicio son los que deben de imperar,
a fin de aunar esfuerzos para combatir los malos hábitos que se presentan en
todas las instituciones y de distinta índole. Esta unión sirve también para que
las autoridades tanto locales, como departamentales y nacionales no solo
otorguen presupuestos decentes, sino profesionales excelentes, a fin de crear
los mecanismos y los instrumentos médicos que se requieren para posicionarnos
en algunas especialidades y ser líderes en la región y en el departamento.
La unión hace la fuerza, mientras que los protagonismos la
debilitan; y en nuestro caso, debemos todos como comunidad, trabajar con las
autoridades del hospital y las municipales para exigir que las EPS cumplan con
su función, den un servicio de calidad, eficiente, con eficiencia y
celeridad. Así mismo, trabajemos unidos
para que nuestro hospital sea mejor de lo que fue en los viejos tiempos, y se
le haga honor de esta forma, a un gran galeno como fue Marco Felipe
Afanador.
Los tocaimunos meceremos tener un hospital líder, digno de
nosotros con una atención ejemplar y con tecnología moderna y profesionales
capaces de utilizarla. Es decir, debemos ser el ejemplo del país.
(*) Ex diplomática.
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