Autor: Luis Jaramillo Restrepo
Un país donde los pobres siempre han puestos los muertos no
debe seguir legitimando a bandidos bajo un manto político, ellos no tienen el
respaldo del pueblo colombiano que anhela la paz con bienestar social.
Según la Real Academia de la Lengua Española, verdugo es:
una persona cruel, que castiga sin piedad, es una cosa que atormenta o molesta
mucho, todos estos adjetivos caben para describir uno de los partidos políticos
más populares del país, el Centro Democrático.
Este partido, aunque ha sido uno de los más cuestionados, es
de los más votados. Los colombianos siempre hemos sido el país más mal formado
políticamente de América latina, guiados por el individualismo y la violencia,
y por ende el llamado gigante a la ciudadanía para que vote mejor nunca debe
cesar.
Y es que en esta colectividad encontramos joyitas como
Ernesto Macías y sus sucias jugaditas como presidente del Congreso, de cómo
buscan por todos los medios acabar con los acuerdos de paz y devolvernos a la
guerra —una de las cosas que están logrando—, de la manera descarada de
defender el horror de las EPS —uno de los carruseles de muerte y corrupción más
grande de Colombia—; la defensa de su líder no se queda atrás, el poderoso
senador Álvaro Uribe, con más de 27 acusaciones por paramilitarismo en su
contra e investigaciones por la Yidispolítica, las chuzadas del DAS y el
llamado a indagatoria reciente por manipulación de testigos.
Pero la lista no para ahí, su antiguo candidato
presidencial, Óscar Iván Zuluaga, carga con el lastre de la entrada de dineros
corruptos por parte de Odebrecht a su campaña —al igual que Santos—; también
está la ineptitud del presidente actual que hasta con su tema fuerte,
Venezuela, se ha rajado. De esa manera, muchas más acusaciones en contra de sus
miembros que solo han aprovechado su posición privilegiada para llevar nuestro
frágil sistema político, en su estructura, su proceso y resultado solo a la
reivindicación de la violencia y la corrupción.
Gracias a que este partido —con presidente de la República a
bordo, esclavo de él mismo—, esta semana Colombia se levantó con la noticia de
la vuelta a las armas de varios excomandantes guerrilleros, un momento de
crisis, donde se intentan levantar como unos autosproclamados salvadores y, su
líder, que maneja la mitad del electorado ciego del país, ya soltando
propuestas como bajar los Acuerdos de la Constitución o pedir que el dinero que
se utiliza en la implementación de los acuerdos se gaste en vías tercerías, un
poquito más de su populismo barato.
Un país donde los pobres siempre han puestos los muertos no
debe seguir legitimando a bandidos bajo un manto político, ellos no tienen el
respaldo del pueblo colombiano que anhela la paz con bienestar social. Ustedes,
Centro Democrático y Álvaro Uribe Vélez, no son nuestros salvadores, han sido
nuestros verdugos, son una parte activa del conflicto, pues en sus cabezas está
plasmado un genocidio, gracias a ustedes y sus EPS la gente se muere en los
pasillos de los hospitales; esa desmovilización paramilitar de la que tanto se
ufanan salió mucho peor, nos dejó bandas criminales que operan, matan y
trafican en más de 250 municipios (cifras de Fundación Paz y Reconciliación), 5
veces más de donde operan las disidencias.
La muerte en Colombia siempre seguirá al pueblo pobre, como
George Orwell escribía en 1984: la misma gente condenada a vivir en los peores
barrios, a ir a las peores escuelas, la que lo tiene más duro, son los primeros
que se ofrecen a cuidar el sistema. ¿Por qué los señores del Centro Democrático
no envían sus hijos a la guerra? Dejen al pueblo humilde de Colombia vivir en
paz. Ojalá el 27 de octubre se les derrote con nuestra arma, el voto.
Los sistemas políticos copados por corruptos se enfrentan y
para que estos produzcan nuevas decisiones políticas y, así, se retroalimenten
y cambien, nuestro voto es fudandamental, pero la duda persiste ¿Seguiremos
votando por nuestros verdugos?
Que la campaña ‘Ni un voto por los candidatos del Centro
Democrático’ se impulse, como ya ha venido sucediendo en diferentes sectores
del Oriente antioqueño donde diferentes agremiaciones de transporte público han
sacado pasacalles con un mensaje similar.
Articulo de: LaOrejaRoja.com
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